Opinión: La prostitución de unos valores. ¿Quién defiende los rallyes?

Opinión: La prostitución de unos valores. ¿Quién defiende los rallyes?

Ha pasado más de una semana desde el Rally de Cantabria. Durante este tiempo ha corrido la tinta y el sensacionalismo, ambos a partes iguales. En unos casos se ha lapidado el deporte volviendo a hablar de su peligrosidad y cuestionando la continuidad de la celebración de eventos deportivos de esta índole, mientras que en otro se han seguido repitiendo las lecciones de seguridad que vemos en dossieres y en internet.

Somos carne de cañón, una despensa a la que los medios sólo acuden cuando llegan las desgracias, y es algo que tenemos tan asumido nosotros como ellos.  Por ello tenemos que ser inteligentes, no sólo cuando acudimos a las cunetas, sino también cuando, desde casa, usamos nuestras redes sociales para dar difusión a los rallyes.

Hace un tiempo aparecía en Twitter un hastag titulado #DefiendeLosRallyes. Apareció como contraataque a las duras críticas que se hicieron en detrimento de un accidente ocurido durante una prueba en Miengo, especialmente tras la publicación de un artículo en un medio web de cierto tirón. Sus párrafos destilaban sadismo y cinismo, y apuntaban sin ningún reparo al deporte, a los organizadores e incluso a las propias víctimas inocentes.

La respuesta fue unánime y potente, tanto que llegó a ser trending topic nacional. Como si de una familia se tratara todos los aficionados se unieron en la red social del ave azul para detener el mastodónico tren de críticas y amarillismo. El resultado, ya mencionado, dio visibilidad a la cara b del deporte, es decir, a las personas responsables y apasionadas que, como cualquier aficionado de cualquier deporte, defendieron lo suyo a capa y espada.

Y la campaña de defensa no se quedó ahí. Han pasado un par de años desde aquello y a día de hoy sigue tan viva como entonces. Puede que incluso más. Desde camisetas hasta pegatinas, desde perfiles hasta páginas, el #DefiendeLosRallyes es hoy puro marketing de quien quiere ser aceptado por la mayoría más neófita como un buen aficionado. No es difícil ir a un rally y encontrarte coches con un adhesivo detrás que contenga ese eslogan.

Hemos hecho bien el trabajo. Hemos conseguido visibilidad en las redes. Ahora parece que la afición está más unida que nunca. ¿Pero es positiva esta prostitución de aquel hastag?

Como la famosa fotografía del Che Guevara, hoy el #DefiendeLosRallyes ha perdido casi todo su significado y casi todo su simbolismo, atribuyéndosele otras acepciones distintas y banales. Yo, sin ir más lejos, he visto con mis propios ojos cómo personas que llevaban en volandas esa frase se colocaban mal en el tramo, o cómo se reían de los encargados de velar por la seguridad y la regularidad de una prueba, o cómo dejaban basura en el medio natural.

Bramar a los cuatro vientos que tenemos que defender los rallyes no sirve de nada si no estamos concienciados de a qué deporte asistimos y defendemos. Repetirlo hasta la saciedad no nos exime de cumplir las normas. No tenemos derecho a colocarnos donde queremos sin atender a la peligrosidad que pueda tener esa o aquella zona, no tenemos derecho a vejar o insultar a los delegados de seguridad que nos ordenan, por nuestro bien, dónde debemos colocarnos, y no tenemos derecho a ensuciar nuestro campo, nuestros bosques o nuestras cunetas. ¡Eso no es defender nada más que la ineptitud y las noticias amarillistas que nos golpean!

Prostituir aquel eslogan nos ha acarreado un problema muy grave: que quienes cometen todas esas faltas creen que son buenos aficionados por usar el hastag. Es, en cierto modo, como el creyente que roba y miente para después ir a confesarse y creyerse buen seguidor del dogma. No sienten remordimientos, no creen que estén haciendo nada malo.

Así pues, querido lector, si perteneces a ese grupúsculo de aficionados deja de hacer lo que haces. No te lo ordeno yo, que no tengo potestad en ti, te lo piden cientos de miles de aficionados que, como tú, preparan una prueba durante semanas, que madrugan o incluso no duermen, y que recorren cientos de kilómetros. Esos aficionados no quieren que por culpa del desparpajo de alguno se suspenda un tramo o la prueba. Esos aficionados, sobre todo, no quieren lamentar más víctimas o más castigos en medios de comunicación. Asistid a las pruebas con inteligencia.

 

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